Monchi en una entrevista | Fuente: DAZN

COLUMNA | ADRIANO PARRILLA


El Sevilla FC tiene una plantilla aspirante a todo. Esa afirmación sería cierta si Monchi, además de descubrir la fórmula mágica para transformar un equipo de segunda a ser el noveno con mayor palmarés europeo, hallase el Santo Grial. Pero eso solo pasa en Indiana Jones y una entidad de 200 millones de presupuesto debe ser consciente de ello. La calidad individual de la plantilla es indudable. El Sevilla FC tendría un equipazo hace cinco años, pero eso, hace cinco años. La edad avanza, las piernas se cansan y juegas frustrado. Ya no es un no querer, es un no poder. Y el Sevilla FC que ha construido Monchi no puede competir de la misma forma que un Ferrari de los cincuenta (por muy bonito y caro que sea) no pueda hacerlo con un Seat Ibiza actual. 


En el césped ahora mismo nadie tira del carro porque quien lo hace puede acabar con una hernia discal. Pero es que además, cuando luchas por algo valioso sacas fuerzas y orgullo de donde no tienes. Eso pasó la temporada pasada, donde se vieron claros indicios de un declive. Sin embargo, la diferencia es que el año pasado aspirabas por el título o defendías la Champions. Ahora mismo el jugador sevillista tiene que soportar la vitalidad del rival, su cansancio propio, la guerra interna en la dirección, las críticas de la prensa y los pitos e insultos de la afición. Sin olvidar, como aquel mosquito veraniego que te despierta cada hora, que estás en puestos de descenso. Para salir de estas situaciones hace falta experiencia y fuerzas; lo primero abunda, pero lo segundo no existe.


¿Quién tiene la culpa, Monchi?


En el Ramón Sánchez Pizjuán los locales van de blanco, como los fantasmas. Aunque es cierto que al menos los fantasmas asustan, el Sevilla FC no. Bueno sí, a los aficionados que cada dos semanas acuden escépticos al estadio, se sientan esperando un cambio, un rayo de luz, esperanza, algo… lo que sea. Cantan el himno levantando la bufanda, pero cuando rueda el balón se vuelven más blancos que la propia camiseta de su equipo. Saben que no le ganan a nadie, simplemente no pueden. 


Hay varias soluciones, como la del Santo Grial, o usar el coche de Regreso al futuro para traer al Papu Gómez, Delaney, Rakitic e Isco de 2017 o Suso, Fernando y Navas de 2019. Otra ligeramente más realista es confiar en la cantera, aunque es un pozo sin agua potable.


Por último está la de fichar. Pero esta opción conlleva varios matices. Primero, debes convencer a jugadores (que no dejan de ser personas) abandonar por un lado y llegar por otro. Como todo en este corrupto mundo del fútbol, se consigue sacando la chequera (si es que se tiene). Segundo, y más importante, es acertar con los jugadores que lleguen. Los dirigentes, el entrenador y los aficionados saben que el único que puede apagar el incendio es el mismo que lo ha producido. ¿Se puede seguir confiando en Monchi? La respuesta es clara: no. Pero es la única solución. Si hay un mago en el Sevilla FC ese es el de San Fernando. 

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