Daniel Martín Aleixandre ha vivido las dos caras del fútbol, tocar el cielo o el fondo, como él mismo define. Una lucha que le valió para levantarse del infierno de las lesiones y que le convirtieron en el héroe del penúltimo trofeo verdiblanco

 

 

Dani Martín, exfutbolista del Betis, durante la entrevista con Box to Box. Foto: Carlos Gamero.

ENTREVISTA | MANUEL SÁNCHEZ

 

La historia reciente del Real Betis Balompié no puede ser entendida sin el nombre de Dani. Extrapolando con el plantel actual de Manuel Pellegrini, el delantero trianero no tuvo la técnica de Fekir, la velocidad de Álex Moreno o el olfato de Juanmi. Sin embargo, lo que no le faltaba era la picardía, la entrega o la lucha, valores que enmarcan su personalidad y que fueron forjados en el fútbol de barrio, que le catapultaron a consagrarse como un actor de reparto, digno de Óscar. No por un gran número de participaciones, pero sí por el impacto desde un rol secundario que le hizo convertirse, sin hacer mucho ruido, en el “Hombre de los Goles Importantes” del club heliopolitano.

 

Precisamente, en un soleado día de otoño, en la Vega de Triana, el exfutbolista recibe a Box to Box. No son palabras menores, no es un lugar cualquiera, es abrir las puertas de su segunda casa. Aquellas instalaciones fueron un espectador de lujo de dos etapas importantes, relacionadas con el balompié, de su vida: su carrera futbolística y el devenir tras su retirada.

Sobre el primer ciclo, allí se fraguaron parte de los inicios futbolísticos de aquel niño que, como muchos, soñaba vestir la camiseta del equipo del que era hincha. En cuanto a la segunda etapa, dedica su tiempo actualmente a su escuela de fútbol, la Dani Triana Ar-Rabad, donde los niños ansían conseguir las mismas metas que él consiguió. Ahora es él el encargado, como en su día hicieron sus primeros entrenadores en Triana, de ayudar a evolucionar a los chicos desde el aspecto técnico, táctico, físico pero, sobre todo, personal, para que logren alcanzar sus metas. Prueba de ello, la indumentaria del club que llevaba, nos recibe para la entrevista preparado para comenzar a dirigir los entrenamientos.

 

Los años no pasan por el exfutbolista bético, que sigue manteniendo el mismo corte de pelo rapado, tatuaje de letras chinas en la nuca y su característico ceño fruncido, la misma cara que cuando le tocaba lidiar con centrales que eran el doble que él, físicamente, en la élite. Y es que, si no fuese por la cantidad de operaciones a las que se ha tenido que enfrentar, ocho en total, cualquiera diría que está para seguir en activo por el buen tono físico que mantiene. Nada descabellado, teniendo en cuenta que Joaquín, otro viejo rockero de su quinta, aún da guerra.

 

Dani, de primeras, parece ser una persona fría por su seriedad, impresión equivocada proyectada, quizás, por el ceño fruncido ya mencionado. Sin embargo, la realidad es que desde el primer momento mostró la humildad que tuvo, tiene y tendrá al aceptar la propuesta de entrevista desde el primer momento, mostrándose siempre cercano.

 

Esa cercanía, sumada a hablar el mismo idioma, el de dos apasionados del fútbol, formó un ambiente cómodo e idóneo para realizar una entrevista. Todo esto se palpó desde el saludo, choque de manos, como si de una previa a un partido se tratase, secundado por comenzar a hablar desde el primer momento del Betis, el equipo de su vida, que había ganado el día anterior. Mientras tanto, la dirección a la que se dirigía era la grada del primer campo, lugar donde contestó a las preguntas.

 

Entre gritos, balones y pequeñas figuras, la mirada de Dani se perdía constantemente entre el entrenamiento de uno de los equipos más pequeños de la escuela, que jugaba la ‘pachanga’ final del entreno. Divisaba todo aquello con cierto brillo en los ojos, que enmarcaban el anhelo de los viejos buenos momentos del pasado, como cuando era él quien estaba corriendo detrás del balón, como cuando podía disfrutar del fútbol.

 


«VESTIR LA CAMISETA DEL BETIS, ESO ES LO MÁS GRANDE QUE PUEDE SENTIR UN AFICIONADO A UN CLUB»


 

Los inicios del sueño futbolístico

 

De la misma manera que aquellos niños, pero de forma más tardía comenzó su andadura futbolística: «La verdad que empecé un poco más tarde, ahora los niños empiezan con hasta cinco años, que es la edad más baja en la Escuela, mientras que yo empecé con 13 años a lo que es federado. Antes jugaba en el barrio y demás».

 

Aunque tardó en llegar su estreno en el fútbol federado, su crecimiento y evolución le hizo quemar etapas de forma fulgurante: «Un amigo me comentó de jugar aquí en el Triana, jugué un año y medio en infantiles del Triana y la verdad que tuve la suerte de que me llamó el Betis para unos entrenamientos y desde los 14 años estuve en el Betis».

 

Llegar a la élite es casi utópico. De hecho, el verano de 2020, en un reportaje de La Vanguardia, salió a la luz que solo uno de cada 1800 niños lograba llegar a Primera División, algo que consiguió el exjugador sevillano. «Es la verdad, es muy complicado llegar a Primera División. Cuando tú entras en el Betis, pues, quieras o no, todos los futbolistas que entran en una cantera sueñan con ser futbolista, y mira, eso me lo tomaba como un examen todos los años. Cuando terminaba en junio, me iba a casa pensando en si me llamarían para la siguiente temporada», señalaba sobre el dato.

 

Esa autoexigencia se vio reflejada en seguir manteniéndose en la cantera del Betis, escalando categorías y logrando su primer gol importante. Su carta de presentación se firmó tras ganar la Copa del Rey juvenil, contra el Real Madrid, con tanto incluido.

 

En el camino, aunque es necesario reunir ciertas condiciones como jugador, Dani remarca otras claves fundamentales. En primer lugar, «tener la suerte de reunirte de futbolistas (con la misma proyección)». Algo que ocurrió, debido a que, además de ganar la Copa en juveniles, ascendieron de 3ª a 2ª B con el Betis B. En segundo lugar, la situación del club, puesto que «El Betis no era como ahora, que parece más reestructurado y lleva más tiempo asentado en Primera, antes subía y bajaba, entonces era más fácil entre comillas subir (canteranos) a Primera División». Todo lo anterior sin olvidar que la dificultad real no está en llegar a la élite, sino en consolidarse ahí. 

 

Pese a los focos que atrae el convertirse en una joven promesa que debuta con 20 años con el primer equipo, Dani se mantuvo exactamente igual que siempre y asumió con naturalidad todo esto. «He intentado siempre ser una persona normal entre comillas, porque en el momento en el que debutas en Primera ya no eres una persona “normal”. Quieras o no, eres una persona conocida. El mundo del fútbol aquí en Sevilla se vive muy apasionadamente y hay dos equipos, Betis o Sevilla, y todo el mundo te conoce por la calle».

 

Además, sin tapujos, desarrolló que él siguió manteniéndose igual que antes, contextualizando que él «es de una familia humilde, por lo que siguió siendo humilde», intentando «nunca cambiar por el hecho de ser futbolista de Primera». Un hecho que le hacía alejarse del prototipo de futbolista que debuta y «se le sube a la cabeza».

 

El salto a la élite con el equipo de su vida, de utopía a realidad

 

De esta manera, tras su paso por las categorías inferiores y pasar por el Betis B, llega el debut en aquel lejano noviembre de 2001. La irregularidad y las lesiones de los delanteros del primer equipo propiciaron la tormenta perfecta para que llegase la oportunidad para dar ese «salto grandísimo», como describía él mismo. «Se lesionó Gastón Casas. Además, algunos futbolistas como Joaquín o Arzu habían debutado con el primer equipo y yo había entrenado algunas veces con Juande Ramos, y siempre tienes eso de a ver si el lunes te llaman para entrenar, y así fue. Llegué el lunes a entrenar con el Betis B, me llamaron y tuve esa suerte porque hay que estar ahí, el tren solo pasa una vez y yo lo aproveché», recordaba.

 

El momento que todo niño sueña acabó llegando y Dani no estaba dispuesto a dejar pasar esa ocasión. La cara de cabreo en los partidos, fruto de ese ceño que aún mantiene, reflejaba la actitud del canterano que va con todo, con el cuchillo entre los dientes. «Jugué dos o tres partidos, pero de titular jugué contra Las Palmas, que se lesionó Amato, y el primer partido que jugué en el estadio del Betis de titular metí un gol contra el Athletic Club de Bilbao. Para un delantero, meter goles era lo más importante y por muy bien que jugara, si no metía goles, el tren se me iba a ir. Entonces, tuve la suerte de hacer esos goles, firmar un gran contrato grande con el Betis y estar esas temporadas», señalaba.

 

Asimismo, todo ese proceso en la élite y lograr la posterior consolidación, requiere una preparación específica para el ex-atacante del Cádiz CF: «Tienes que estar preparado psicológicamente muy bien, también físicamente. Un futbolista de Primera División tiene que reunir todas esas facetas: aspecto técnico, táctico, psicológico, físico».

 

Este salto tuvo una gran magnitud, en cuanto a sentimientos, que no es equiparable a nada. Y es que el exjugador bético, socio desde pequeño, ha vivido el beticismo desde que nació, cumpliendo en su familia la tradición del lema de aquel famoso tifo de la grada de animación: «De padres a hijos, de abuelos a nietos».

 

Y es que, definir qué es el Betis para él, quizás sea la pregunta más complicada. Hablar de su carrera, la fatalidad de las lesiones o su oficio en la actualidad no le resultaba complicado, pero sí algo más el hecho de intentar recoger en una declaración lo que siente por el Betis. La voz se entrecorta entre cierta emoción, buscando las palabras exactas para responder a esta cuestión sobre el equipo de sus amores. Todo ello mientras su mirada se encuentra perdida entre el bosque de piernas y balones del entrenamiento que presenciaba desde la grada.

 

El Betis para él es «un sentimiento grande porque yo siempre lo he vivido en mi casa. Somos todos béticos en mi familia, no hay nadie sevillista», aunque bromeaba, entre risas, con que «no pasaría nada si hubiera algún sevillista, pero es que ha dado la casualidad de que todos somos béticos».

Lo comentado hace ver que el seguimiento al conjunto heliopolitano es una parte de la herencia de su familia, lo que ha creado un arraigo al club que va más allá de lo habitual: «Es como una parte de mi familia, y es la verdad, no es porque quiera ser más bético que nadie porque seguramente muchos béticos te dirían lo mismo». Añadiendo que él ha vivido el club desde tres roles: «Aficionado, socio y jugador, y la verdad que sentía los colores y me mosqueaba como el que más».

 

Esos enfados a los que hace referencia, se convirtieron en materia de discusión familiar incluso, desde que llegó al primer equipo: «Al fin y al cabo, estaba defendiendo unos sentimientos que en mi casa, si yo lo hacía mal, pues mi hermano o mi padre se mosqueaban porque lo que querían era que ganase el Betis».

 

Recuerdos y reflexiones que sirvieron para remarcar como conclusión dos aspectos. Primero, que ser del club es «un sentimiento», enfatizando en ello otra vez. Segundo, que lo anterior es la realidad porque «desde chico lo he mamado así».

 

Como todo niño que busca cumplir sus metas dentro del ámbito futbolístico, la figura de un ídolo estaría presente durante su recorrido en su manera de jugar o de motivación de cara a llegar a ser como él. Este es el caso de Alfonso Pérez Muñoz, ídolo de gran parte del beticismo que disfrutó de aquel Betis de finales de los años 90, pero, sobre todo, de Dani.

 

Internacional con la Selección Española, futbolista heliopolitano en dos etapas y sexto máximo goleador histórico del club, Alfonso Pérez Muñoz jugó un total de 69 encuentros, de los cuales compartió la punta de ataque con el trianero en algunos. Una utopía para él, si se lo preguntan de pequeño, pero una realidad en la actualidad. «Siempre he tenido un ídolo, porque he sido bético toda mi vida, que ha sido Alfonso Pérez Muñoz. Uno de los sueños que he cumplido como futbolista es jugar con él», afirmaba.

 

Ambos atacantes coincidirían en la segunda etapa del madrileño, que volvería a Heliópolis en la campaña 2002/03, tras su paso por el FC Barcelona y el Olympique de Marsella: «En la segunda época de Alfonso tuve la oportunidad de jugar con él y llegamos a ganar la Copa del Rey. Era uno de mis sueños y tuve la oportunidad de jugar con él y, además, jugar partidos de liga».

 


«LA REALIDAD ES QUE HE ESTADO EN EL CIELO Y EN EL SUELO DEPORTIVAMENTE HABLANDO»


 

Es curioso que de aquello haya pasado tanto tiempo y, sin embargo, recuerda con todo tipo de detalle el primer día en el que supo que compartiría titularidad con aquel ‘mago de las botas blancas’. Sinónimo de lo que significó y sigue significando aquel momento para Dani Martín. «Me acuerdo una vez con Víctor Fernández dando la alineación en el hotel. Cuando dijo que arriba jugábamos Alfonso y Dani, a mí eso se me quedó grabado porque he gritado muchas veces su nombre y sus goles en el campo y verme en ese momento jugando con él, pues era un sueño».

 

La carrera futbolística, un camino de más sombras que luces

 

Aunque pudo escribir su nombre en la historia del Betis con goles como el que le dio la Copa del Rey de 2005 o el histórico triunfo en Champions League frente al Chelsea la historia del sevillano ha tenido más sombras que luces, debido a las lesiones.

 

Un denominador común que ha perseguido el desarrollo de su trayectoria: «Era titular y venía de meterle dos goles al Barcelona. Con 20 años, imagínate, estaba en el mejor momento de mi vida y llega la lesión de la rodilla. La rodilla me tiene 10 meses lesionado. Te recuperas, recaes del tobillo, luego de otro. He pasado por ocho operaciones, cinco de rodilla, dos de tobillo y otra del pubis, he sufrido mucho».

 

Aun así, la resiliencia y su espíritu luchador le llevaron a anteponerse a esos momentos que nunca quiere vivir ningún deportista, obteniendo grandes premios. «He tenido la recompensa más grande que se puede tener. Primero, el hecho de jugar con el Betis, y lo segundo, jugar una final con el Betis, ya no se puede pedir más y más metiendo el gol, y después jugar la Champions, jugar una Supercopa de España y meter dos goles en el Camp Nou».

 

Tal es el valor de haber cumplido todas esas metas, que no cambiaría nada por tal de conseguirlas: «He conseguido muchísimas cosas que, si te digo la verdad, si tuviera que volver a pasar las lesiones por tal de conseguirlas, las tendría por tal de conseguir todo lo que estamos hablando», afirmó sin pensárselo dos veces.

 

Una parte fundamental de todo ser humano es la salud mental, un tema que cada vez va siendo menos tabú. Precisamente, sobre el tema psicológico, clave para afrontar sus recuperaciones y operaciones, el ex del Elche se sincera: «Es duro. Está claro que la ayuda de tu familia es primordial porque, cuando dejas de jugar por una lesión, el fútbol no tiene memoria».

 

El destino era cruel y las lesiones se acumulaban, a la vez que iban apagando la carrera de Dani. Se denota incluso en sus ojos y el tono apagado al hablar de todo lo que tuvo que pasar, un hartazgo que indica cansancio al haber dejado de disfrutar de su pasión. «Estuve a punto de retirarme porque ya eran demasiadas lesiones. Aunque tenía mi contrato en el Betis, si tuviera que haberme dedicado en aquel momento a otra cosa, lo hubiera hecho, ya que el sufrimiento de las lesiones, por mucho dinero que ganara, hacía que no existiese ningún momento de satisfacción».

 

Y es que todo esto le llevó a estar «en el cielo y en el suelo deportivamente hablando». En este instante, Serra Ferrer, entrenador del Betis que más le marcó, tuvo un papel crucial para que Dani no se retirase: «Seguí luchando, intenté recuperarme tras venir de otra recaída, hasta que, finalmente, uno se recupera, tienes un entrenador como Serra Ferrer que, psicológicamente, trabaja muy bien y todo eso me ayudó bastante».

 

De hecho, el exjugador, aunque no necesitó ayuda psicológica en ningún momento, dio su opinión al respecto, afirmando que ha habido una clara evolución respecto a todo ese ámbito: «Sí, ha habido esa evolución. Si te fijas, cuando viene un entrenador nuevo, cada vez el staff que traen es más grande. Pero sí que es verdad que la psicología ha evolucionado y, para mí, es súper importante, la veo igual que la táctica, la técnica, el aspecto físico».

 

Además, no deja atrás que es una ayuda que no sirve solo para afrontar lesiones o momentos en los que no se juega, va mucho más allá: «Los futbolistas al fin y al cabo son personas, ya no solo te ayuda, por ejemplo, para cuando no estás jugando o con una lesión, sino que tú en tu casa puedes tener cualquier problema y la gente no sabe los problemas que pueda tener un futbolista en su casa».

 

Para concluir sobre este tema, el trianero aconsejó, como voz autorizada que ha tenido que enfrentarse al peor enemigo del futbolista, cuidar el aspecto mental. «Uno tiene que estar preparado psicológicamente para tanta presión, para jugar ante miles de personas y que lo que tú dejes atrás, no te influya dentro del terreno de juego. Me alegro de que esa faceta haya evolucionado porque me parece importante y te lo digo sabiéndolo porque he pasado por mucho y el estar preparado psicológicamente te ayuda a superar muchas cosas», concluyó.

 

El romance con el Betis se fue acabando y, entre el baile de lesiones, tuvo que salir cedido al Cádiz, en búsqueda de oportunidades: «Estuve bastante bien, porque no quería irme lejos de Sevilla y acabé firmando con ellos… teníamos un buen equipo. Sin embargo, la cosa se fue torciendo desde el principio y un equipo que estaba destinado a ascender, pues acabamos bajando, descendiendo en el último partido».

 

Colectivamente, no fue la temporada esperada, pero en lo individual sí con- siguió la reivindicación que ansiaba: «Ese año metí 10 goles en liga, y uno en Copa del Rey, en total 11 y, prácticamente, tenía firmado para seguir en el Cádiz tres años más. Pero bueno, hice una buena temporada y volví a salir cedido al Elche».

Pero el Martínez Valero no fue espectador de la repetición de otra reivindicación, como sí consiguió con la elástica amarilla en el Ramón de Carranza. Allí volvería a tener recaídas y a saborear el lado amargo del balompié que le había mantenido más fuera que dentro de los terrenos de juego. «En Elche sí que recaí de la rodilla y me tuvieron que operar tres veces. Recién empezada la temporada, en un entrenamiento en el estadio se me fue la rodilla entera. Me operaron dos veces, tuve que rescindir contrato y me volví al Betis, prácticamente, con el pensamiento de retirarme».

 

La retirada fue solo un pensamiento dentro de esos duros momentos que, tras afrontar, le llevarían a intentar, una vez más, recuperarse para seguir jugando: «Tras esto, me operaron por tercera vez de la rodilla y, estando casi retirado, me intento recuperar en un gimnasio en Mairena, solo. Durante esa época, me daba hasta vergüenza ir al vestuario del Betis porque estaba, prácticamente, retirado. Y poco a poco me fui encontrando otra vez bien».

 

El infierno de las lesiones, crónica de una retirada prematura

 

Una luz al final del túnel que alargaría una carrera deportiva y le llevaría a tener alguna oportunidad con el conjunto hispalense en Segunda y a que el Recreativo de Huelva le ofreciera una oferta de año y medio de extensión, iniciando a partir de ahí un carrusel de equipos pasando por el Atlético Baleares y el Pierikos griego: «Firmé sin pensarlo y, luego, tuve la suerte de jugar en el campo del Betis y de marcar un gol, que ganamos 0-1 con el Recre. De ahí, me fui al Atlético Baleares en 2a B, que estuvimos a punto de subir a 2a División, y después, quise tener esa experiencia de irme al extranjero a Grecia. Jugué allí ocho meses y ya tuve que retirarme con 31 años, no podía. La verdad que no lo pasé mal cuando me retiré, demasiado tiempo aguanté porque eran ocho operaciones, con cinco de rodilla. Viendo esto, lo que me debería es haber retirado con 28 años y no con 31. No eché de menos el fútbol, evidentemente, sí echo de menos la época en la que estaba bien, pero sufrí mucho».

 

Pese a todo esto, el fin de la etapa como futbolista le abrió nuevos caminos para seguir ligado al fútbol, siempre compaginándolo con lo otro que más le gusta, que es «estar con sus hijos y su familia. Primordialmente, su escuela de fútbol, la Dani Triana Ar-Rabad, que le apasiona y que «es su vida», ocupa gran parte de su tiempo, algo que compatibiliza con trabajos pasajeros de comentarista, donde se le ha podido ver en Movistar y Dazn, y escuchar en Canal Sur, dando voz a los encuentros del equipo entrenado por ‘El Ingeniero’.

 

Otro de esos caminos tiene que ver con entrenar, puesto que se sacó todos los niveles de entrenador y estuvo como entrenador en la Cantera del Betis: «Estuve 6 años en el Betis entrenando, pero cuando llegó el nuevo director, Miguel Calzado, creyó conveniente meter a otra gente», matizó.

 

Una última declaración que deja entrever que, al igual que cuando se marchó como futbolista, no está contento con sus salidas del Betis. Algo triste es abandonar la casa por la que has dado tanto como si fuera un lastre. Dani merecía otro final, teniendo en cuenta que había sido el último futbolista que llevó al equipo a tocar plata. Y no uno cualquiera, sino un canterano que había dado todo por su equipo. Mientras, al igual que en el saludo, se despidió de la misma manera, haciendo hincapié en que estaba a disposición del medio para hacer cualquier cosa en el futuro, siempre que hubiera fútbol de por medio.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *